Mucha Espera, Poco Accionar
Sentado en ese sofá azul con rayitas beige, me di cuenta que cometĂ un error, y muy grave, me enamore de esa persona equivocada, la cual me dejo en un enjambre, esa persona que me dejo con la cara alocada, esa que me dejo sin mas remedios que simplemente desahogarme con un lápiz o con las teclas de mi computadora, desesperado por nunca aprender a hablar, ni ha decir nada bueno, busque la forma de dejarte atrás, y lamentablemente no pude, no pude dejar de pensar en ti, en esos ojos color ámbar que miraban al horizonte intentando divagar en la bĂşsqueda de no se que, ese misterio era lo que me llamaba la atenciĂłn, ese “no se que” que guardaba tu mirada, tal cual neblina densa del paramo a las 9 de la noche, ese dilema que no se si era oscuro o claro, simplemente se que era un enigma que me enamoraba y me dejaba como si me inyectaran una dosis de anestesia, inmĂłvil, sin sentidos y simplemente perdido, en medio de esa confusiĂłn y ese laberinto de tus ojos me quede pensando si algĂşn dĂa lo iba a lograr, si a lograr, a lograr hacer que esos labios dieran una sonrisa, y que mostraran esa belleza tan marcada por tu mirada, simplemente te incrustaste en mi piel, asĂ como lo hace una astilla en la piel, te volviste de mi sangre y poco a poco te grabaste en mi ser, mil miradas sin sonrisa, 500 con cara de llanto, y solo una directamente a mis ojos, y solo por que te estaba infiltrando la vena para poder inyectarte el antibiĂłtico, que irĂłnico, me miraste y me dijiste gracias doctor, me alegro tanto escuchar esas palabras, 5 horas despuĂ©s moriste, tu cáncer ya era terminal, cuando me habĂa dado cuenta que me habĂa enamorado moriste instantáneamente, asĂ como lo hace la abeja al picar, inyectaste esa dosis de amor en mi y luego moriste, me enamore de mi paciente, esa de ojos misteriosos, cuyo Ăşnico enigma era el dolor que la empujaba hacia ese abismo del cual no pudo huir, y me lamento no haberte podido salvar, ahora no se que hacer, no se si salvar mi corazĂłn que esta a dos dedos de el abismo o arriesgarme a enamorarme de nuevo de una mujer cuyo misterio sea el dolor, cada dĂa me llegan mas y mas pacientes de este tipo, pero ninguna como ella esa de la cual me enamore y que jamás me arriesgue a decirle lo que verdaderamente sentĂa por ella.
Ahora estoy muerto en vida sin poder verla y sin poder recordar esa frágil mirada, perdà mi tiempo y me quede en el cascaron sin salir a buscar lo que en ese vil mundo allà me esperaba.
Mucha espera y poco accionar, ocasionaron que se acabara su tiempo y mi bomba estallara.
OTONIEL MENDOZA JIMÉNEZ
Buscador de respuestas, humano errante, simple servidor, pensador gastronĂłmico, hijo, hermano, esposo; Ser viviente que respira solo por gracia, sin merecerlo.
0 Comentarios:
Publicar un comentario