Vuelan las hojas,
La ciudad del jardÃn que no tiene fin
Comienza en un mundo lleno de viajes
En los que no se pagan peajes,
Colores,
SinfÃn de colores se presentan
Desde una escalera
Llenita todita de hojitas de menta,
De esas verdes que aderezan la sonrisa
Con una crema blanca
Que hace que la brisa se sienta frÃa e infinita;
Ofuscado en ese pequeño jardÃn
Comienzo a pensar en el cielo,
En las nubes que poco a poco
Toman su forma y algunas hasta parecen hielos
De esos gigantes
De los del polo norte que parecen de un tamaño,
Pero que si los ves desde abajo parecen intimidantes,
Me congelo,
Siento escalofrÃos y comienzan
De nuevo los dÃas sin suspiros,
Los mundos llenos de filos
Con paredes llenas de clavos
Y gente amarada con hilos;
Una pastilla efervescente cae
De nuevo en el vaso,
Que es levantado por mi brazo
Y lanzado en aquel acido ocaso,
En aquellas miradas y palabras
Que duelen más que dagas,
En aquello que limpias pero jamás lavas,
En esas minas
Y bombas de tiempo que poco a poco
Explotan rompiendo el hielo profundo,
Quebrando la pequeña cajita de cristal que cubre
Al mundo y quemando la vista de los
Que solo veÃan un bonito fundo;
El los prefiere ciegos que asustados,
Un rebaño mas que no comienza
Una palabra más que se lleva el viento,
Desvanecerse, quemarse, apagarse.
La tristeza tiene un fin,
La alegrÃa tiene un comienzo,
La vida sigue.