Sueño en llamas…

Dormía, no tenia un dulce sueno, pero lo hacia.

De repente me despierto asustado, escuchando tu dulce y suave voz a mi oído.

Un ángel respirando.

No te veo! Me levanto y me voy caminando hasta la sala, solo, solo todo, abriendo y cerrando mis ojos siento un revolver frio en mi cuello, dos hombres me dicen:

_Cállate y camina.

Bajamos las escaleras, abren la puerta y subo a una camioneta; hay dos hombres a mi lado, en la tercera fila de asientos estas tu, con la boca tapada, revolcándote pidiendo ayuda,

Golpeo tan fuerte como puedo, pero no te puedo ayudar.

Ojos desviados de atrás hacia adelante, ojos que miran aquello que esta distante…

El hombre de la camioneta no dice nada, simplemente arranca a subir a 160 kph por los próceres, cruza y pasamos por el viaducto, baja por la dos, dobla para llegar a la 3 sigue derecho hasta la cuatro y casualidad que se para en el libertador, te bajan a ti.

Escalofriante dolor en mi cuerpo, ensordecedor sonido de tus gritos pidiendo mi ayuda.

Después de 34 angustiantes segundos me bajan a mí, me amarran en una silla frente a la entrada, me colocan un refresco y unas cotufas en las piernas y me dicen:

_Disfruta del espectáculo “carajito”…

Rastros de sangre era lo que pasaba por mi mente, rastros de sangre que iban a haber si le hacían algo a mí amada demente.

Mi mente entra en desespero e impotencia, lo hombres se suben a la camioneta y se van, me dejan ahí, con el bonito panorama de las cortinas de el salón de audiovisuales llenas de fogarizas llamas y una dama sufriendo en ellas, en eso siento que se desata un nudo; corro, corro tan fuerte como puedo, ni siquiera visualizo las grietas descontinúas que hay en el piso, solamente corro corro hasta el segundo piso.

Pensando en el anaranjado rojizo que va quemando.

Llego a la puerta y cuando la abro una nube de llamas me ahoga, sin importar entro y te tomo, te cubro y tú me cubres, pero cuando nos damos cuenta todas las llamas están sobre nosotros,

¡Nos quemamos!

¡Nos quemamos!

¡El fuego arde!

¡Las pieles arden!

Sonar de gritos inaudibles.

Sonar de joyas que se caen y quiebran las lámparas intermitentes de los pasillos.

En eso nos miramos tan fijamente que visualizamos nuestras almas, ahí juntas, pero no en nuestros cuerpos, sino siendo levantadas por un ser alto.

Pestañar que siega, y nos deja de nuevo en el piso sin llamas y solo cenizas,

Renacer de las cenizas.

Incongruencia de la mente, incredibilidad que nos deja sudor en la frente,

Continuamos ahí abrazados,

Desparece el liceo,

Desaparecen las llamas,

¿Fantasía quemada?

Desaparecen nuestros cuerpos, y al otro día yo despierto pensando en tu alma y no se si tu en la mía, pero yo lo seguiré haciendo.

Share this:

OTONIEL MENDOZA JIMÉNEZ

Buscador de respuestas, humano errante, simple servidor, pensador gastronómico, hijo, hermano, esposo; Ser viviente que respira solo por gracia, sin merecerlo.

0 Comentarios: