Confundió el camino un
ciego que andaba en muletas, decidió volar bajo un árbol en su imaginación sin
decir más ni menos.
DecÃa ser, decÃa creer; en que sus dos soportes eran sus alas, y con ellas podÃa alzar vuelo
en los cielos crepusculares y admirar con su vista en el viento, la vida que
aquellos rayos delicados iluminaban, en la piel de una orquÃdea que en las raÃces
de un Baobab habÃa yacido su hogar.
Fue el Fénix.
Multiplicado por mil
sumas y dividido entre las nubes, elevado a las estrellas.
No habÃan BlackBerry`s para hacer las
operaciones sociointelectuales mas fáciles.
El miró y todos miraron, ese
espacio vacÃo en la llama azul, que danzaba delicadamente en las manos del
alcohol, como una serpiente, como las sonrisas de un comensal deleitándose en
un majarete de la abuela.
Como el suero baila en
la masa de mi arepa y las caraotas brillan junto a la mantequilla y el azúcar.
Modernos espejos
alumbran el cielo, allà esta El. Allà esta.
Y mastica el tiempo
en la espera de alas
en la trascendencia del volver
fusionaremos el joropo con un smoth jazz.
Moisés abrió los mares, aun no sé que vio el.
Pero lo vio.
Satisfizo la curiosidad
desde un camino empedrado en los linderos de un sembradÃo de lirios y merlots, en el noreste de una tierra en la cual la producción
de miel era amenazada por un batallón de bachacos que buscaban dulzura.
Solo hacia falta la sartén/el
sartén; la mar/el mar.
No faltaba mas, muy por el
contrario; al ser un ciego y volar. Abrazarte y admirar/té esperando el futuro; El baobab y la orquÃdea.
Y alzar el vuelo…
Crepúsculos de fuego, en la espera
… Viene
un camino H ermoso